Desde muy pequeña siempre le gustó moverse, de forma intuitiva y sin saber que lo que hacía se convertiría en su vida. Su primer acercamiento a la danza fue durante sus primeros años de formación escolar, ahí fue cuando entró por primera vez a un taller de gimnasia artística que le permitió introducirse al universo del movimiento.
Bailó como una práctica natural y cotidiana desde siempre, su necesidad y curiosidad por moverse la llevaron a lo que es hoy en día: una bailarina, coreógrafa, investigadora y docente ampliamente reconocida en el mundo de las artes.
Durante su adolescencia se alejó de la danza, pero años más tarde, gracias a la recomendación de una amiga, entró a clases de danza en el Centro de Danza Espiral. La artista inició su proceso formativo con reconocidos artistas de la danza, como Patricio y Manuela Bunster y Joan Jara. Al mismo tiempo comenzó a trabajar en proyectos independientes, logrando iniciar muy tempranamente una carrera, esto le permitió acercarse al rubro, hacer redes en proyectos de danza y comenzar a trabajar con compañías profesionales.
A los 17 años la artista estuvo en la compañía de Marcela Ortiz de Zárate, agrupación que venía llegando de Nueva York con técnicas y estilos contemporáneos. Años después estuvo en la compañía de Marisol Vargas, más tarde se incorporó al colectivo de danza La Vitrina y más adelante, aún siendo estudiante, se unió a la Compañía Movimiento, donde tuvo la oportunidad de aprender técnicas variadas. Ya en 2003 ingresó como intérprete al Ballet Nacional Chileno. Egresó de la Escuela de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano con un amplio currículum y con la experiencia de diversas técnicas de danza.
Como coreógrafa, su trabajo ha sido presentado en distintas ciudades, festivales y teatros de Chile y el mundo, ha estado en países como Cuba, Ecuador, Argentina y, ha sido invitada a crear en compañías como el Ballet Nacional Chileno. En el año 2006 publicó la investigación de “De la interpretación en danza», que muestra conversaciones con profesionales y exponentes de la danza en el territorio chileno.
Por lo demás, ha recibido varias nominaciones al premio Altazor a las artes nacionales categoría Mejor Bailarina, en los años 2004, 2007 y 2014. En categoría Mejor Coreógrafa tuvo una nominación en 2012 por “El color del cuerpo”. Fue nominada en 2016 al premio “Nimiku awards” por Pedrito y el lobo, esta es nuestra historia. Además, fue coreógrafa de la inauguración de Juegos ODESUR 2014.
En 2019 la destacada bailarina se despidió del Ballet Nacional Chileno, compañía donde ejerció durante 15 años, para dedicarse a la danza independiente y a nuevos proyectos personales.