Nacer en un país con un marcado carácter machista, genera muchas veces desde las acciones más mínimas y simples, que el trabajo de las mujeres no sea reconocido como propio desde un inicio, y por el contrario se les atribuya a los hombres que las rodean, ya sea un esposo, un padre, un hermano, un amigo.
Por mucho tiempo la gran dramaturga, escritora y pintora, fue denominada una “Radrigán chica” por ser hija del dramaturgo Juan Radrigán. Que nadie niega que desde esta relación se haya generado un acompañamiento y un apoyo desde el cariño y el compartir una pasión común, pero nos parece importante resaltar que el desarrollo de su genialidad son logros que no tienen que ver con nadie más que con la mente y el corazón que los genera, en este caso la propia Flavia.
Flavia es hija de Josefina Yolanda y Juan Radrigán, tiene un hermano mayor que lleva el mismo nombre de su padre, y tiene una hermanastra por parte paterna llamada Rocío.
Ésta multipremiada Flavia Minerva, académica y licenciada en Artes Plásticas de la Universidad de Chile, es además madre de dos hijos.
Siempre le gustó escribir, aunque lo hacía por diversión y sólo escribía cuentos, también era una gran aficionada de la pintura. Decidió dejar de trabajar para dedicarse a la crianza de sus hijos, y aunque por mucho tiempo se mantuvo discreta con las ideas que recorrían su mente, un día decidió compartirlas con su padre y comenzó a participar de un taller para escribir teatro. Así un cuento pasó a ser un monólogo y luego diálogos y así se encontró inventando teatro.
Su carrera en el teatro comenzó a fines de la década de los noventa, cuando obtuvo el premio Juegos Literarios Gabriela Mistral de 1999 con el monólogo Miradas lastimeras no quiero, obra que se estrenó en el verano de 2002 en el Mesón Nerudiano. Ese mismo año obtuvo el Premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura con Qué rosa más horrible. En 2004 estrenó Un ser perfectamente ridículo, obra con la que causó mucha polémica a nivel nacional pues abordaba el encuentro de Pablo Neruda con el poeta checo Jan Neruda (de quien, se dice, se apropia del apellido) y su hija Malva Marina, quien nació hidrocefálica y murió a los 8 años, en total pobreza, junto a su madre holandesa.
Para Flavia el teatro y la palabra tienen una función social, de allí que sus obras cuestionan paradigmas y desmitifica figuras como el revuelo que causó su obra “Un ser perfectamente ridículo”.
“El teatro de mujeres dialoga desde la necesidad de decir que él patriarcado siempre ha sido un sistema de explotación perfecto y perverso. Un sistema que por milenios ha quedado impune. El teatro combate desde ese lugar, evidenciándolo con un punto de vista, con textos y montajes con un planteamiento político-social”, dice Flavia.
El 2018 significó un año de cambios para la dramaturga pues trabajaba como directora de la Escuela de Artes de la Universidad de las Américas y ese año le comunicaron que la carrera de teatro se cerraba y con ello terminaba su paso por la universidad. La cesantía se convirtió en la apertura de infinitas posibilidades, «porque la calidad de vida afuera es infinitamente superior. Ya no hay que explicarle a nadie por qué uno escribe y qué significa escribir. Y por qué hay que montar una obra y por qué los alumnos tienen derechos. Sentí que ahora era el tiempo de mi libro. Y dije: ‘Mi vida la armo como quiera. Retomo mi vida, retomo mis riendas’”.
Flavia continúa escribiendo, y al igual que todos y todas, durante los últimos dos años ha seguido reinventándose a través de las plataformas digitales que han permitido mantener el diálogo con otro, en estos tiempos de pandemia.
Flavia Radrigán
Dramaturga, escritora y pintora
1964
Fuente(s):
Memoria Chilena
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Con la A
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