Muchos de los grandes aportes a la creación y desarrollo de las disciplinas en nuestro país nacieron en otros territorios, sin embargo, eso nunca ha sido impedimento para contribuir significativamente en la consolidación de la cultura y el arte, por el contrario solo la enriquece. Un ejemplo es la gran Lola Botka, una de las fundadoras del Ballet Nacional, oriunda de Europa Central.
No se sabe mucho de la vida de Lola Botka en su país natal. Ella nació en la ciudad de Budapest, Hungría, en 1910. Tuvo que trabajar desde muy joven, por lo tanto, no terminó sus estudios. Fue alumna de la escuela de Olga Szentpal, uno de los espacios considerados como uno de los mejores centros entre las treinta escuelas de danza que dedicaban el movimiento alemán “ausdruckstanz” en el país, un movimiento de danza quería revolucionar el ballet tradicional.
Es ahí donde Lota aprendió sobre rítmica e hizo sus primeras armas en la danza moderna alemana. En 1928, a los 18 años, hizo su primera aparición como bailarina profesional en el Festival de Munich, uno de los espacios más importantes de la danza en Europa. Allí Botka presentó su propia obra llamada “Él, ella y el otro”. El éxito fue inmediato, de manera que ue contratada por Kurt Jooss para ser parte del Ballet de Essen. Esa misma noche, en el público, se encontraba uno de los integrantes del ballet Jooss, Ernst Uthoff, quien se convertiría no solo en su futuro compañero de trabajo sino también en su compañero de vida.
Botka llegó a Chile en 1940 con motivo de la gira latinoamericana que realizó el Ballet Jooss. Luego de la disolución de la compañía en Venezuela, fue invitada —por las autoridades del Instituto de Extensión Musical de la Universidad de Chile— junto a Ernst Uthoff y Rudolf Pescht a formar la primera escuela de danza y el primer ballet profesional chileno en dicha universidad. Posteriormente, con el estreno de Coppelia de Leo Delíbes en adaptación coreográfica de Ernst Uthoff nace el 15 de agosto de 1945 la primera compañía profesional de danza en Chile: BANCH (Ballet Nacional Chileno).
Durante los primeros años, Lola, se desempeñó como maestra e intérprete, ejecutando los papeles centrales de los primeros ballets de Uthoff.
Lola Botka tenía un hermano, Pablo Botka un año mayor, pero no alcanzó a arrancar de la guerra e incluso quedó encerrado en prisión varios años durante el comunismo. Finalmente, después de su liberación, con la ayuda de la Cruz Roja, llegó a Chile en 1957 y su hermana lo ayudó a establecerse en el país. No conocemos exactamente la fecha del retiro de Lola Botka del Ballet Nacional Chileno, pero tras terminar la danza activa, continuó asistiendo regularmente a las funciones de su segunda familia, la compañía a la que siempre se sintió estrechamente ligada. La última vez que se la vio en una función fue para el reestreno de Carmina Burana, en 2004. Lola Botka falleció en 2006 a los 96 años, a causa de una neumonía agravada.
El trabajo de Lola se caracterizó por su facilidad para la interpretación y, sobre todo, por el dominio del gesto. Su disciplina la llevó a convertirse en uno de los referentes de la danza chilena, desarrollando importantes labores dentro de la danza nacional.
Pese a su migración y distancia con su país natal, Lola Botka, ha sido una influencia en la comunidad húngara del siglo XXI. En 2016 se fundó la Asociación “Artística Folclórica Húngara Duna” en Santiago, siendo el primer grupo de baile húngaro en la historia de la colonia y su fundadora, Krisztina Tar, se sintió inspirada por la famosa bailarina al momento de fundar la asociación.