Del sur a New York, de cantante a actriz, de la muerte a la vida. Así Malú Gatica no solo se adapto a la adversidad, incluso en sus momentos mas difíciles, si no que se levantó, siguió adelante y salió victoriosa.
María Luz Gatica Boisier nació el 15 de enero de 1922 en Purén (Malleco). Sus padres no siempre se llevaron bien, pero cuando su papa se fue a Nueva York con un contrato en la Radio National Broadcasting, ellos se volvieron a juntar.
En EE.UU. tuvieron una empleada negra llamada Grace que, cuando los patrones no estaban, cantaba spirituals y blues. “Ella cantaba como los dioses” –recordaba-. Así Malú aprendió a cantar blues y spirituals.
A los 16 años su padre le consiguió una audición en la NBC. La escucharon y la contrataron por un año. Cuando “los cuatro huasos” llegaron a Nueva york, en 1939 a cantar en la feria mundial, le enseñaron varias tonadas chilenas.
A su regreso “Los cuatro huasos” le dieron una recomendación para radio Agricultura. Allí empezó a cantar con la orquesta de Vicente Bianchi. Su programa fue escuchado por el productor de cine chileno Pablo Petrowitsch, y sin tener idea de actuación, Malú paso a hacer el papel de una vampiresa en la película “Verdejo gasta un millón”. El éxito de la película llevo a filmar “Verdejo gobierna en villaflor”.
Después de los verdejo, Malú paso al cine argentino, trabajando en una comedia bajo la dirección del francés Pierre Chenal y, luego, con Silvia Legrand. Al mismo tiempo, asistía a clases de teatro en el conservatorio del actor Cunil Cabanellas, en Buenos Aires. Despues fue a México, donde hizo varias películas, pero donde su mejor recuerdo fue que allí realizo su sueño de trabajar en teatro bajo la dirección de la actriz francesa Madeleine Ozeray, en el Teatro Bellas Artes.
En Mexico conoció al hombre que cambiaría su vida. Se llamaba Eugene Fell, agregado militar de Estado Unidos. Ella puso todo de su parte: abandono el teatro y el cine y lo siguió a Wichita, Kansas. Allí, en 1949, nació su hijo León. Su llegada no logro salvar el matrimonio. Lejos de eso, Fell le revelo que había dejado de amarla y que quería el divorcio.
Ella pensó que se quedaría con la tuición de su hijo, pero se equivocó. Malú en su última entrevista en televisión, en el programa humanamente hablando le confiaba a su conductor que “el divorcio fue bastante peleado y su abuela paterna me lo quito […] no tenía dinero para pelear con el bufete de cuatro abogados que tenían ellos”
La realidad es que fue bastante sucio. La defensa del marido llego a sostener que ella, aparte de carecer de recursos, no era un modelo de madre pues “trabajaba de noche”, por ser cantante y actriz.
Después de la separación se entregó por completo a su trabajo. Incluso, fue estrella musical del casino de Copacabana, en Río de Janeiro, durante 1944, y para trabajar en la radio, el teatro y la televisión de cada uno de los países que piso.
De vuelta en chile formo junto a Miguel Frank dos compañías teatrales em L’Atelier y en el Petit Rex, que sumaron nuevos títulos a su currículo, el que incluye más de 35 obras en Chile, tres en Buenos aires y trece en México.
A fines de los 50, inagotable, canto en diferentes boîtes de París y Madrid. Y en 1962 de regreso en Chile, actuó en la comedia musical y volvió al set para filmar un hito del cine nacional “El circo Chamorro”.
En 1965 se enamoró de un hombre casado y no quiso continuar esa relación. Cayo en una depresión e intento quitarse la vida. Sin embargo, supero el intento de suicidio y se recuperó.
Sin saber que viviría una gran alegría. Su hijo León, que ya tenía 32 años, reapareció en su vida. Su padre estando enfermo, lo llamo y le conto la verdad sobre su madre, pues había sido el quien no permitió que se vieran. En ese verano de 1979 se produjo su reencuentro.
Un par años después en 1988 le diagnosticaron cáncer gástrico. “Al principio -contaba- no me asusto la idea de morir. Pensaba que uno debe vivir mientras se es útil. Pero todo cambio cuando volví de la operación y a mi lado me encontré con el rostro de mi hijo, que había corrido a mi lado, me dije: tengo que seguir viendo esa carita un tiempito más que sea.”
Los médicos le habían dado un tiempo estimado de 6 meses de vida, pero si se sometía a operaciones y quimioterapia podía alargar esa estimación de vida. Y así fue, después de 4 operaciones y manteniéndose en tratamiento de quimioterapia pudo alargar su existencia 9 años más. El cáncer que le fue detectado no le impidió incursionar en la composición de canciones, poemas y cuentas.
De hecho, público dos volúmenes de anécdotas (memorias para olvidar y lo que el tiempo se llevó) y al momento de su muerte, se encontraba preparando un tercer libro, de narraciones cortas de terror bajo el titulo provisorio de cuentos increíbles.