Las mujeres por mucho tiempo tuvieron que abrirse caminos en mundos que estaban reservados exclusivamente para los hombres. María Asunción no solo se abrió camino en un mundo, sino que en dos espacios completamente distintos: fue una de las primeras odontólogas del país y una gran dramaturga.
María Asunción Requena nació en Capitán Pringles, Argentina. Hija de padre español y madre argentina, sin embargo, se nacionalizó chilena. Pasó su infancia en Punta Arenas, y estudió en el Liceo de Niñas de Punta Arenas donde su directora fue Gabriela Mistral. Durante la adolescencia, se fue a España a finalizar el colegio. En ese mismo período, su madre fue contratada por Gabriela para trabajar como profesora de labores en el Liceo. Ella se quedó en Punta Arenas, mientras María y sus hermanos y hermanas vivían en Europa.
Regresó a Chile en 1925 y entró a estudiar Odontología en la Universidad de Chile, en Santiago. Pronto se transformó en una de las primeras odontólogas mujeres del país.
Se casó y se divorció, ejerció de madre y de dentista, pero siempre escribió obras. En 1949 ganó su primer reconocimiento artístico al obtener el Premio de la Municipalidad de Punta Arenas por sus obras y al año siguiente, con sus tres hijos, se trasladó nuevamente a Santiago, donde comenzó a desarrollar su vocación teatral y su obra fue ampliamente reconocida.
Llegó a ser considerada destacada integrante de la Generación del Cincuenta, de la que se convertiría en una de las únicas mujeres dramaturgas junto a Gabriela Roepke e Isidora Aguirre. Con el tiempo instaló una consulta dental en calle Ahumada, donde atendía por sumas casi siempre simbólicas. Formó parte de la compañía de teatro Teknos de la Universidad Técnica del Estado (UTE) hasta 1973, cuando como muchos de su generación debió partir al exilio.
El trabajo de María se destaca por su mirada en los sectores sociales marginados y alejados de la preocupación nacional, como por ejemplo las culturas originarias del sur de Chile y su persecución territorial. Realizó su trabajo en base a mostrar la realidad de cómo se vive su día a día, centrándose en la necesidad de mejorar sus condiciones de vida. Sus obras fueron estrenadas por respetados directores y elencos universitarios; en su mayoría con gran éxito de público. Además, se presentaron en importantes escenarios de otras regiones.
Su constante trabajo social como odontóloga y su constante denuncia de las desigualdades e injusticias como dramaturga, le significaron ser catalogada de «comunista» durante la Dictadura, motivo por el cual se fue de Chile y se radicó en Francia. Allí falleció en 1986, dejando inéditos algunos ensayos y la obra “Oceánica y dulce Patagonia”.
En 1952, le fue concedido el Primer Premio de la Dirección del Teatro Nacional con su comedia dramática “Mr. Jones llega a las ocho”. Obtuvo el Premio Teatro Experimental con “Fuerte Bulnes” en 1953, esta obra recibió también el Premio de la Crítica y el Premio Municipal de Santiago. Fue llevada a escena en 1955.
Más adelante en 1958 con la obra “Pan Caliente”, obtuvo Mención Honrosa en el Concurso del Teatro Experimental. Con “El camino más largo”, en 1958, también ganó el Primer Premio de Teatro en Los Juegos Literarios Gabriela Mistral, que auspiciaba la Municipalidad de Santiago. En 1964 dio a conocer “Ay ay Ema”, la que es representada el mismo año por el Teatro de la Universidad de Concepción. En 1971 ganó el Premio al XXX Aniversario del DETUCH (Departamento de Teatro de la Universidad de Chile) con “Chiloé, cielos cubiertos”. Este texto fue puesto en escena en 1972 en Santiago.
En el mismo año se estrenó en Santiago la obra “Homo chilensis”, interpretada por el grupo de teatro de la Universidad Técnica del Estado (TEKNOS). Pese a sus triunfos teatrales, al igual que muchas otras mujeres, pareciera que la historia no la contemplo como una de sus figuras, pues casi no hay estudios generales o análisis específicos de sus textos principales, ni tampoco ediciones de sus obras, ni mucho menos su nombre resuena en el imaginario social chileno ni latinoamericano.