Ilustración: Sol Díaz
Biografía: Angie Giaverini

Mónica Echeverría

Escritora, actriz, dramaturga y directora
1936 —2020

Una mujer que fue hija de la oligarquía chilena y que cuestionó y denunció los privilegios de su clase social. Profesora de Castellano, actriz, directora, madre, esposa, activista política, gestora cultural y escritora. Ella es Mónica Echeverría Yáñez, una mujer anacrónica, curiosa y delirante.

Corren los años veinte en Chile y  el 2 de septiembre nace Mónica Echeverría Yáñez. Sus dos apellidos llevan el peso de la oligarquía chilena: la antecede su madre María Flores Yañez,  quien bajo el seudónimo de Mary Yan publica en 1936 “Espejo Sin Imagen”, una novela pionera en la literatura de mujeres, y su tía Inés Echeverría, escritora, hermana mayor de su padre que pasa a la historia por se la primera mujer en llevar a juicio a un oligarca chileno por el asesinato de su hija. Su abuelo Eleodoro Yáñez, senador y diputado del Partido Liberal, su tío Juan Emar, el poeta de vanguardia de principios de los años treinta y su padre José Rafael Echeverría Larraín, terminan de completar su ascendencia de la alta sociedad. Así creció Mónica observando a mujeres que escribían y escuchando largas conversaciones acerca del poder.

Su ingreso a la Universidad de Chile la avergonzó. La obligó a caminar cuadras para esconder su auto y a vestirse de manera más corriente para ser aceptada. Fue un hito transformador, porque se atrevió a conocer un Chile desconocido para ella, uno que le contaban sus compañeras que venían de otras regiones del país. Un Chile que nunca tuvo cerca, pero del que no se despegará nunca más, apelando desde ese momento por la justicia, los derechos humanos, la equidad para las mujeres, la verdad y la justicia.

Mónica tuvo varias vidas en una, ejerció como profesora de Castellano durante dos décadas, en la Universidad de Chile, experimentó la actuación, la dirección e incursionó en la dramaturgia de manera incipiente, años más tarde fue cofundadora de teatro Ictus, uno de los primeros teatros profesionales del país.

En 1944 se enamora del arquitecto y político Fernando Castillo Velasco y juntos se convierten en una pareja indiscutible del quehacer político y cultural de Chile y Latinoamérica.

Durante 1959 estrenó diversas obras de teatro para niños. Las más recordadas son la serie de “El Gallo Quiquirico”, “El círculo encantado”, “Chumingo y el pirata de lata” y “Guatapique y Zambacanuta”. Ella profesionalizó el teatro para jóvenes audiencias, arengó a sus compañeras a comprender lo revolucionario que era hacer teatro para niñas y niños, que por primera vez se acercaban a esta arte viva. Las obras de Mónica recorrieron colegios y poblaciones. Ella fue una creadora compulsiva, que se reinventó en cada momento de su vida, que encontró en cada etapa la alquimia justa para seguir creando. Sus cercanos la retratan como una mujer consecuente, con porfía suficiente para alzar su voz contra lo que consideraba injusto o abusivo.

El Golpe de Estado de 1973 en Chile destrozó en mil pedazos lo que parecía un sueño. Viaja junto a su esposo a Inglaterra invitados por la Universidad de Cambridge y reside una vez más en el viejo continente. Pero como era de esperar, tener vida en aquel momento era mucho más que azar, era una responsabilidad política, social y en ella un compromiso artístico.

Su regreso a Chile la consagró como una activista artística, se hizo cargo del Centro Cultural Mapocho y junto a Mujeres por la Vida creó intervenciones de artistas inolvidables en contra de la dictadura de Pinochet. Una de ellas fue “Operación de Chancho”. Un lechón que corría con una banda presidencial por el Paseo Ahumada, mientras las fuerzas policiales trataban de apresarlo con evidentes descoordinaciones corporales.

Incansable, eterna, Mónica Echeverría muere una noche de verano, en Santiago de Chile. El 3 de enero de 2020, en su casa en La Reina. Su muerte, tal como su vida, fue acto de rebeldía. Días antes usaba un parche en el ojo, por un pequeño accidente. Días antes en Chile manifestantes eran mutilados con balines en sus ojos. La realidad se cruza con la ficción. Con  99 años de edad, esta creadora se despide, con una postal imborrable para todos y todas quienes heredamos su legado.

Fuente(s): 

Museo de la Memoria

Radio UChile

El Mostrador

Wikipedia

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