Basta con mirar la historia de nuestro país y podremos encontrar hechos sistemáticos de vulneración de derechos humanos en contra del pueblo mapuche. Paula reflexiona precisamente sobre estos temas, sobre la reivindicación mapuche, los posibles caminos de solución y el rol de las mujeres en ella.
Paula González Seguel, actriz y directora de teatro, nació en Santiago, en la comuna de El Bosque. Es mapuche por parte materna. Su bisabuela era machi del sector de Chucauco y su abuela migró muy pequeña del campo a la ciudad. “Mi abuela no transmitió su lengua, producto de la fuerte violencia y discriminación que vivió en Santiago y yo crecí en una familia que se avergonzaba de ser mapuche”, explicó en esta entrevista.
Sin embargo, a los 14 años, tuvo la oportunidad de estar en una comunidad que estaba en recuperación territorial. Una tía que era profesora intercultural la llevó a ella y su hermana a la Isla Huapi, donde había gente que solo hablaba mapudungun, lo que cuenta la dramaturga fue una experiencia muy significativa en su vida.
Desde los seis años Paula comenzó a tomar clases de música clásica y folclor latinoamericano en un centro cultural que se fundó en 1990, un espacio que se convirtió en un lugar de resistencia. Cuando creició estudió un año en la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso. En la cual realizó una presentación basada en sus raíces: se presentó con la vestimenta mapuche y aprendió una canción en mapudungun. La profesora a cargo la desmereció y discriminó, provocando que Paula cambiara de universidad, entrando a estudiar teatro a la Universidad de Chile.
En 2008 cuando estaba en su último año, nace la compañía KIMVN. Para ese entonces, la actriz se había dado cuenta que todos los papeles que le habían tocado interpretar, era “la nana, la mapuche, la negra”. Esto la llevó a pensar que ningún director le pediría que fuera parte de su compañía de teatro, creando así su propia compañía.
“Vi una obra de teatro que se llama ‘Dale recuerdos’. En la puesta en escena había diez abuelos que contaban sus historias de vida, sobre todo en torno a sus vivencias en la dictadura militar. Vi cómo la memoria toma un sentido político en el escenario teatral y en ese momento le dije a mi hermana, ¿hagamos un proyecto con la comunidad? —la asociación Petu Moguelein Mahuidache de la comuna El Bosque—. Yo vivía a unas seis cuadras de ahí y pensaba ¿qué harán aquí? Partimos a la comunidad para invitar a abuelas, principalmente. Las invitamos a hacer un taller de teatro, invité también a mi abuela, a dos tías, que sabía que habían vivido violencia, porque la violencia es un tema que cruza la historia de nuestro pueblo, sobre todo a las mujeres”.
Con la compañía KIMVN trabajaron seis años de corrido, pero se detuvieron porque fallecieron algunos miembros de ella. Durante esos dos años trabajó en otras compañías y la contactó el dramaturgo David Arancibia, quien había estado escribiendo una obra dentro de los talleres del Royal Court, respecto a una familia que estaba viviendo la represión en Wallmapu. Paula se incorporó a trabajar con él a partir de la memoria y desde la historia. Pero la propuesta le generó una insatisfacción de trabajar solo con su biografía o con el trabajo de la población, tomando la decisión de irse a Cañete a investigar. Allí conoció a Blanca Melín de una comunidad que estaba en reivindicación política y territorial.
Después de ese periodo la compañía retomó con “Ñuke” en 2016, con la cual levantaron un ruka en el centro de Santiago. Con el gran éxito que fue “Ñuke”, la compañía KIMVN junto al CIIR se adjudicaron el FONDART para la creación teatral con el proyecto titulado “TREWUA. Basado en un testimonio anónimo”, trabajo basado en el teatro documental. Al mismo tiempo, la compañía se ha mantenido trabajando en constante colaboración con la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi a través del ciclo Teatro documental, memoria, pueblos originarios y derechos humanos.