La voz más allá del soporte de las palabras, del texto. La voz como un instrumento lleno de mixturas, brillando por sí misma: Técnica extendida, scat y lo popular son algunas de las características que hacen única a esta intérprete.
Brillando en tiempos donde el rock y el jazz eran espacio de hombres en nuestro país, con su voz supo ganar espacio, ser inconfundible, única y convertirse en escuela. El constante salto desde lo académico a lo popular hoy es característica de la música de Arlette Jequier.
Nació en Viña del Mar el año 1948. Comenzó sus estudios musicales instruyéndose en el jazz mientras estudiaba Estadística en la Universidad Austral de Valdivia. Su interés en este estilo musical fue particular, no se interesó en intérpretes vocales, más bien en los solistas modernos: «Nunca escuchaba las letras de las canciones. Me interesaba todo lo otro, eso que estaba alrededor del sonido. Entonces, cuando empecé a escuchar jazz en la universidad, elegí a Coltrane y a Monk en lugar de Ella Fitzgerald y las demás cantantes» dijo en una entrevista.
Emigró a Santiago en 1981 y con 22 años ingresó a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile para estudiar Pedagogía en Música. En esta etapa de su vida conoció a jóvenes instrumentistas que integraban un proyecto llamado Mediabanda y que serían sus compañeros musicales por varios años.
Es en este mismo periodo universitario que comienza a estudiar canto. Primero con Lucía Gana, reconocida académica, con quien se instruyó en técnicas de canto lírico, y muy pronto con quién sería reconocida como la primera maestra de canto popular en Chile, Inés Délano.
Sin embargo, estos no serían sus únicos estudios de interés, su búsqueda y encanto por el sonido la llevaron a inmiscuirse en el mundo del clarinete y la mezcla de lo vocal con lo instrumental la llevaron a un desarrollo musical importante.
Arlette frecuentaba los ensayos de Mediabanda y las sesiones de experimentación musical que realizaban jóvenes músicos en el emblemático espacio de resistencia cultural durante los años de dictadura, Café del Cerro, empapándose de la cultural local, pero además por su cuenta escuchando —y de seguro también aprendiendo— de músicos y músicas que para la época eran inaccesibles: Maggie Nichols (cantante avant–garde escocesa de los años 70′), Ursula Dudziak (cantante polaca de fusión de los 80′), Meredith Monk (cantante, compositora, y artista escénica estadounidense), y también a toda la serie de compositores e improvisadores del movimiento británico del Rock in opposition tales como Ulrich Lask o Chris Cutler, la obra completa de Frank Zappa, Janis Joplin, además de los grandes artistas brasileños como Hermeto Pascoal, Egberto Gismonti y la voz de Flora Purim.
En 1983, desde los inicios, integró la agrupación de fusión Fulano, proyecto de jazz rockero experimental, donde brilló y multiplicó su funcionalidad vocal, transformando el canto en un instrumento único y característico que hoy la hacen reconocida como una de las intérpretes populares más importantes de la historia de la música chilena.
Mediabanda y Fulano, proyectos en los que participó activamente, se acabaron, tuvieron refundaciones y cambios en los cuáles Arlette tuvo una amplia participación. Sin embargo, en 2009 abandona Mediabanda y en 2012, Fulano, dedicándose de lleno a su proyecto de formación llamado “Escuela Arlette Jequier – Canto Integral”. Además, en 2016 forma Arlette Jequier y grupo, donde tuvo un estreno de su proyecto en enero de 2017 en el Teatro Oriente.
Esta mujer disciplinada, estudiosa y talentosa sigue inspirando a las nuevas generaciones, escucharla en composiciones como “Suite Recoleta” o “Perro chico malo”, nos llevan a repensar la idea del canto y el poder de la voz en la música.