Dedicarse a la música siempre ha sido difícil, más aún en una sociedad que históricamente ha restringido a las mujeres a solo algunos roles. A fines del siglo XIX y principios del XX, era muy difícil ver a una mujer en la música, más aún en la composición. Sin embargo, existen casos de artistas que abrieron el camino a futuras generaciones. Dedicarse al piano y la composición, en un mundo lleno de hombres, destacando y presentando obras a nivel internacional, es el camino que tomó Carmela Mackenna Subercaseaux.
Carmela nació en Santiago de Chile en 1879 y fue la menor de cuatro hermanos. Sus padres eran Alberto Mackenna Astorga y Carmela Subercaseaux, quien murió luego de su nacimiento, provocando un dolor profundo en ella que persistirá para toda la vida.
Perteneciente a la aristocracia, realizó sus estudios de forma privada. Comenzó a estudiar piano con el maestro italiano Bindo Paoli, quien notó en ella talento musical. Fue posteriormente, fuera de Chile, que comienza una carrera prolífica como pianista y compositora.
En 1926, Carmela se radicó en Berlín junto a su esposo Enrique Cuevas, diplomático, ministro e intendente. Ahí, mantuvo contacto estrecho con el movimiento expresionista, recibiendo cierta influencia del reconocido compositor Hindemith en su estilo. Por más de diez años vivió en Alemania, perfeccionando sus conocimientos de piano y composición con los maestros Konrad Ansorge y Hans Mersmann. Fue en esta época que compuso muchas de sus obras, como sonatinas, preludios, sonatas para piano y violín y composiciones para canto y piano.
En 1934, estrenó su concierto para piano y orquesta, interpretado por Armando Moraga, como solista y la Orquesta de la Radio del Estado. En Chile, la obra fue presentada el mismo año, interpretada al piano por la reconocida Herminisa Raccagni y la Orquesta Nacional de Conciertos Sinfónicos, dirigida por Armando Carvajal. Con esta misma obra tuvo presentaciones además por Francia y Austria.
Luego, en 1936 estrena su Misa para coro mixto a capella, interpretada por los Coros de la Catedral de Munich. Esta obra la lleva a obtener reconocimiento en el Concurso Internacional de Música Religiosa, celebrado en Frankfurt en octubre de aquel año.
Un año antes, escribió Dos pequeños trozos para orquesta, una obra que fue estrenada en Chile cuatro décadas más tarde, por la Orquesta Sinfónica de Chile, en un concierto homenaje al Año Internacional de la Mujer (1975). Carmela Mackenna Subercaseaux fue una vanguardista de su época y nuestro país, aún está en deuda con su trabajo y su aporte al arte nacional.
Carmela Mackenna
Pianista y compositora
1879 - 1962
Fuente(s):
Memoria Chilena
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Revista Musical Chilena
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