Aplaudida mundialmente gracias a su irrefutable talento musical, Delfina de la Cruz, es una de las dieciocho mujeres del siglo XIX que hicieron circular su obra de manera pública.
Las referencias bibliográficas de Delfina de la Cruz son escasas. Nació en 1837 en Santiago, en un contexto en que la jerarquización de clase era muy fuerte. Sin posibilidades de mezclarse, Delfina pertenecía a la aristocracia y creció en un mundo rodeada de intelectuales, políticos y familias de reconocidos apellidos en la conformación de la naciente república, pudiendo optar a clases particulares de piano y composición de aclamados maestros.
Sin embargo, su carrera como compositora e intérprete tuvo dos grandes obstáculos. El primero, ser mujer. En esta época el desarrollo artístico de las mujeres se circunscribía al ámbito privado, en la intimidad de los salones de los hogares. El segundo, contraer nupcias en 1856 con Aníbal Pinto, un joven aristócrata que luego se convertiría en Presidente de la República entre 1876 y 1881, en plena Guerra del Pacífico.
De la Cruz, conforme a referencias periódicas del siglo XIX, sustituyó su apellido paterno, firmando sus obras bajo el seudónimo de “Delfina Pérez”. Debió usar seudónimo para publicar su obra musical y evitar los comentarios de la época, en la que ser mujer y artista no era bien visto.
Delfina fue la segunda compositora que más obras escribió en el siglo XIX, con un total de doce partituras. Sus registros circularon en Santiago y Valparaíso. Gracias a la investigadora y escritora Cecilia Margaño, se ha logrado sacar del olvido a la pianista y podemos saber, por ejemplo, que no solo compuso el vals “El copihue”, sino que de su talento nacieron también, la redowa “La sensitiva” y su polka para piano “La estrella de la tarde”, que fue interpretada en París y elogiada por la prensa nacional junto al vals “Armando el gondolero”, editado en Alemania con quinientos ejemplares. Algunos de ellos se editaron y estrenaron en Alemania y Francia.
Sabemos que ella fue la primera chilena —al menos con los registros disponibles— en aventurarse a la escritura de música para coros, un lugar estrictamente, hasta entonces, reservado para los hombres. En 1863, Delfina pone al servicio de la Sociedad de Beneficencia de Señoras, a cargo de doña Antonia Salas, sus conocimientos y destreza, componiendo el “Coro a la caridad”.
En la historia tradicional aparece como “esposa de”, “hija de” o “prima de” y a menudo se pasa por alto que fue una música virtuosa y una compositora pionera.
Delfina de la Cruz
1837 – 1905
Pianista
Fuente(s):
Revista Musical Chilena
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