Gabriela Pizarro

Cantora, investigadora, educadora
1932 - 1999

Los primeros acercamientos de la cantautora con el mundo popular que tanto se empeñó en encarnar en sus tonadas comienzan a temprana edad en su natal Lebu, de la relación estrecha que tuvo con Elba González, su cuidadora, cantora de chinganas y manifestaciones religiosas.
 
Pero su contacto con la música y las costumbres del campo cambiarían cuando por motivos laborales: el padre de la cantante tuvo que mudarse a Santiago, razón por la que Gabriela Pizarro comienza a desarrollar sus estudios formales desde 1939 en la capital. Su madre era profesora de música, por lo que Gabriela se vio motivada a seguir aquellos pasos inscribiéndose en la Escuela Normal N°2 de Santiago, estudios que por problemas de salud no termina, pero que le servirían para aprender, así como también con las clases de guitarra que tomó con Isabel Soro, quién le presentaría en 1954 a Margot Loyola, facilitándole el participar como oyente de los cursos que la misma Margot impartía en la Escuela de Temporada de la Universidad de Chile.
 
Este encuentro fue importante porque, por un lado le permitió a Gabriela profundizar en sus habilidades musicales en 1955 cuando ingresó al coro de la universidad; y por otro, porque se abrió a nuevas formas de aprender, permitiéndose darle un giro al mundo popular que había observado durante su niñez y plantearse la posibilidad de realizar estudios de campo más rigurosos que le permitieran investigar temas que fuesen propios del folclor chileno.
Esta motivación por cantar sobre la vida campesina la llevó a fundar cursos de folclore en la Casa de la Cultura de Ñuñoa, donde inició un conjunto folclórico en 1957, llamado Millaray.
 
Pero no se detendría ahí, ya que seguiría con sus proyectos investigativos a partir de tradiciones rurales, y aunque grabó cinco discos con el conjunto Millaray, también se dedicó a compartir su arte y su método creativo para componer. Por ello es que impartió cursos en casa de cultura en San Miguel desde 1963; en Santiago en 1969; y La Granja en 1973.
 
En 1966 ingresa a Facultad de Ciencias y Artes Musicales y Escénicas de la Universidad de Chile, fue profesora en la Escuela Musical Vespertina, donde dictó cursos de guitarra para estudiantes de Instructor de Folclor, y en 1968 sumó estudiantes de Pedagogía Musical. En 1969 comenzó a formar parte de la Cátedra Colegiada de Folclore de la Facultad y para 1971 también impartía clases de danza folclórica en la carrera de Pedagogía en Danza.
 
Pero esta labor que venía desarrollando se verá detenida con la dictadura. Gabriela era militante del Partido Comunista y una declarada partidaria del presidente Salvador Allende, por ello Millaray fue inmediatamente disuelto y sus empleos en universidades e institutos se vieron cada vez más comprometidos, sus cargos docentes le fueron quitados de a poco, hasta ser desvinculada de todo en 1974. Se vio obligada a encontrar nuevos espacios desde donde poder hacer su arte aunque esta fuese de manera informal, por ello es que comenzó a frecuentar las calles de La Vega, las emergentes peñas de la época, e incluso eventos religiosos los cuales fueron los principales escenarios donde pudo seguir mostrando su canto.
Al poco tiempo la invitaron a una gira internacional —motivada por sus colegas que partieron al exilio tras el golpe— la cual le permitió visitar Europa con su música en 1978, y entre 1984 y 1986. Y luego Canadá en 1987.
 
Su compromiso con las personas se manifestó en la resistencia musical de seguir tocando aquellas antiguas y populares canciones y también en aquellos cursos de música que dictó a los niños y niñas en las poblaciones. Aunque una de las expresiones políticas más concretas en contra de la dictadura por parte de Gabriela Pizarro llegaría en 1986, cuando se propuso grabar un casete clandestino que diese cuenta del momento histórico y que avivara ánimos más revolucionarios. Para ello convoca a otros artistas como Patricia Echeverría, Osvaldo Jaque y el grupo Paillal, Catalina Rojas, entre otras y otros músicos.
 
Una vez vuelta la democracia al país Gabriela retomó su grabación en soportes físicos; también aceptó cargos como lo fueron la presidencia de AMFOLCHI, de ANFOLCHI y del Taller de Cultura Tradicional para la Docencia. Aun así su legado más importante es su dedicación a investigar las tradiciones del campo y las costumbres propias del mundo popular que, en un bello ejercicio de memoria, nos lo entregó en forma de canciones. Fue también una profesora incansable, que se esmeró por formar cantores y cantoras, por enseñar su arte y los métodos que éste demandaba.
 
Ya fuera en dictadura o en democracia, Gabriela Pizarro se mantuvo firme en sus convicciones y con ello ejerció una férrea resistencia a la dictadura siempre a través del arte.

Fuente(s): 

Música Popular

Memoria Chilena

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